Amor es una palabra compleja. Me atrevería a decir que el amor lleva consigo tantas tonalidades en su significado como los hay tonos de color: dieciocho decillones según algunas estimaciones. Eso es dieciocho seguido de treinta y tres ceros. Desde los sentimientos que tenemos como niños por nuestros padres hasta la primera chispa de romance como adolescentes hasta el profundo respeto y admiración por un amigo o pareja de toda la vida, el amor lo entendemos todos a cierto nivel, pero también lo mal interpretamos.
¿Hay alguna palabra para describir el tono o el color del amor de Jesús? La palabra que más se le acerca es probablemente «ágape»: una antigua palabra griega que representa la forma más elevada de caridad o el amor de Dios por la humanidad y viceversa.
Jesús demostró este tipo de amor a través de actos desinteresados y bondadosos, no solo hacia familiares y amigos, sino también hacia extraños y enemigos. Él mandó a sus discípulos: «Que os améis unos a otros, como yo os he amado». En esencia, Jesús pidió a sus seguidores más cercanos que imitaran el amor que él les había demostrado a ellos hacia los demás. Poco antes de su muerte, lavó los pies de sus discípulos, incluyendo a Judas Iscariote, quien lo traicionaría, para demostrar que aquellos que están dispuestos a sacrificarse y servir a los demás son considerados los más grandes a los ojos de Dios.
Al considerar el amor de Jesús y la palabra ágape, me llamó la atención que, como seres humanos, lo más cercano que llegamos a entender este amor de Dios es probablemente a través de nuestras experiencias familiares: de padres hacia hijos y de hijos hacia padres. Y esta fue la inspiración detrás de nuestro comercial «Incondicional». ¿Qué padre o madre no se ha quedado despierto(a) toda la noche con un niño enfermo o ha pasado horas ayudando con la tarea? Pensé en aquellos padres, como mi propia abuela, quien crió y cuidó a un niño con discapacidades y necesidades especiales durante gran parte de su vida adulta. También veo el ejemplo de mis propios suegros, quienes se cambiaron de trabajo y se mudaron miles de millas para cuidar de sus padres envejeciendo.
Este es el amor que Jesús enseñaba. Un amor desinteresado que no viene con ninguna condición ni requiere ningún pago a cambio. Esperamos que este comercial honrará a quienes se han sacrificado incansablemente por nosotros e inspirará a cada uno de nosotros a seguir su ejemplo.
Referencias bíblicas: Juan 15:17; Juan 13:1-17


